La alimentación en la tercera edad/Diet in the elderly


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La alimentación en la tercera edad
Por Madelaine Vázquez Gálvez

El adulto mayor constituye un segmento poblacional creciente en Cuba y el mundo, con reconocido protagonismo en el seno familiar y en el ámbito socio-comunitario. Algunos autores lo circunscriben a las edades comprendidas por encima de los sesenta años, si bien es cierto que estas clasificaciones son relativas y resultan productos de construcción social, en dependencia de la cultura y de los criterios científicos predominantes.
Aunque la longevidad está determinada por factores genéticos, se reconoce que los factores ambientales, entre ellos la alimentación, intervienen en el proceso de envejecimiento y la duración de la vida. De este modo, el componente nutricional en esa etapa adquiere particular relevancia por la vulnerabilidad del adulto mayor, expresada en los cambios metabólicos y orgánicos que se producen y también por la aparición de factores de riesgo asociados a la malnutrición que, además de físicos, pueden ser psicológicos y socioculturales.
Las necesidades de energía durante esta etapa disminuyen con el descenso de la masa corporal magra, del índice metabólico y de la actividad física. Con relación a la ingesta de proteínas, vitaminas, minerales, fibra dietética y líquidos, varios autores sugieren que debe incrementarse su consumo en esta etapa de la vida.
Los cambios funcionales se expresan en pérdida del sentido del gusto y el olfato, disminución de los movimientos peristálticos del intestino y deficiencias en la masticación por el mal estado de la dentadura. Los cambios psicosociales y la monotonía de la dieta, junto a las afecciones patológicas, asociadas a diversos tratamientos farmacológicos, determinan la necesidad de adecuar la alimentación de las personas mayores a esta nueva situación.
Por tal motivo los especialistas en nutrición recomiendan confeccionar dietas que, con un menor aporte calórico, proporcionen una adecuada densidad de nutrientes. El consumo de líquidos se comporta por encima de las necesidades de otros grupos etarios, por lo que se recomienda que los adultos mayores estén atentos a la hidratación de su organismo.
De gran trascendencia resultan la soledad y el aislamiento que pueden incidir muy desfavorablemente en la forma de alimentación del adulto mayor, ya que la falta de afectividad, así como la carencia de proyectos de vida y de relaciones sociales, pueden derivar hacia un consumo desequilibrado, expresado en varias manifestaciones (anorexia, obesidad, depresión emocional, creencias dietéticas erróneas, alcoholismo, etcétera). Es por ello que se insiste en la necesidad de garantizar que las prácticas alimentarias del adulto mayor se realicen en un contexto agradable donde haya socialización. Se ha determinado que el aislamiento influye de forma muy desfavorable en el estilo de comer de este grupo, sin descuidar el enfoque de género, en el que las mujeres conceden más importancia a los aspectos de servicio y sociabilidad, y en el caso de los hombres se proyectan un poco más por la satisfacción de su apetito.
La educación permanente en materia de alimentación representa una alternativa loable para mejorar las actitudes alimentarias de este grupo etario. En tal sentido, expertos señalan que el adulto mayor presenta una especial sensibilidad al cambio de sus patrones alimentarios, si ello pone en riesgo su salud. También son prácticamente los responsables de la formación de hábitos alimentarios en la familia.
En realidad la vejez por sí sola no justifica un régimen alimentario estricto (excepto cuando se presentan enfermedades crónico-degenerativas), si se tiene en cuenta que los preceptos de alimentación equilibrada deben cumplirse durante toda la vida. Aun así se debe seguir pautas y procurar corregir las prácticas alimentarias erróneas, que en esta etapa de la vida adquieren un significado más comprometedor.

Algunos consejos:

• Limitar el consumo de azúcares de rápida absorción.
• Aumentar la ingesta de líquidos.
• Consumir vegetales y frutas, en cantidades de cinco raciones diarias, siempre que sea posible.
• Aumentar el consumo de pescados y aves.
• Reducir la sal común.
• Preparar los alimentos de forma agradable y sencilla.
• Emplear las plantas aromáticas para saborizar las comidas (ajo, cebolla, perejil, apio, albahaca, etcétera).
• Adecuar la preparación de alimentos a las limitaciones físicas del adulto mayor, asociadas a enfermedades o procesos físicos degenerativos.
• Tener en cuenta los gustos y preferencias alimentarias del adulto mayor, sin violentar los principios de una dieta sana.
• No abusar del consumo de café, bebidas excitantes y azucaradas.
• Priorizar el consumo de productos con mayor contenido de calcio (yogur, queso, ajonjolí, vegetales de hojas verdes).
• Estimular su capacidad para asumir nuevos gustos y alimentos novedosos y sanos.

Finalmente, los saberes en materia de alimentación alcanzados por los adultos mayores, que se transfieren de generación en generación y que constituyen la base de la cultura alimentaria de los grupos sociales, merecen especial reconocimiento. Las prácticas alimentarias que han desarrollado durante toda la vida, en tiempos donde no proliferaba la comida chatarra y las poblaciones practicaban un consumo más natural, sin duda forman parte del acervo culinario con matices muy valiosos que debemos preservar. Vale ejemplificar los jugos de remolacha, berro y zanahoria de nuestras abuelas, que tanto deben haber contribuido a la salud de las ulteriores generaciones. Todo ello también enriquece la perspectiva alimentaria del adulto mayor.












Receta
Flor de loto
Ingredientes para 6 raciones:
Harina de trigo                      16 cucharadas
Huevo                                   1 unidad
Yema de huevo                    3 unidades
Vino                                        1 cucharada
Azúcar en polvo                   3 cucharadas
Sal                                          ½ cucharadita
Vainilla                                  1 cucharadita
Aceite para freír
Procedimiento: 1. Unir todos los ingredientes, amasando suavemente hasta lograr una mezcla uniforme. 2. Extender la masa y cortar en medallones al tamaño deseado. 3. Realizar tres cortes en las orillas y juntar cada medallón en grupos de tres, pegándolos solamente en el centro (utilizar clara de huevo). 4. Freír en grasa caliente, utilizando una cuchara para que penetre el aceite entre los pétalos.
Nota: Esta receta es colaboración de Valentina Fernández Figueroa, de la Cátedra Universitaria del Adulto Mayor en La Habana.

Diet in the elderly
By Madelaine Vázquez Gálvez

The elderly constitutes a growing population segment in Cuba and the world, with recognized prominence within the family and in the socio-community sphere. Some authors circumscribe it to ages above sixty years, although it is true that these classifications are relative and are products of social construction, depending on culture and prevailing scientific criteria.
Although longevity is determined by genetic factors, it is recognized that environmental factors, including diet, are involved in the aging process and life span. In this way, the nutritional component at this stage acquires particular relevance due to the vulnerability of the elderly, expressed in the metabolic and organic changes that occur and also by the appearance of risk factors associated with malnutrition that, in addition to physical, can be psychological and sociocultural.
The energy needs during this stage decrease with the decrease in lean body mass, metabolic rate and physical activity. Regarding the intake of proteins, vitamins, minerals, dietary fiber and liquids, several authors suggest that their consumption should be increased at this stage of life.
The functional changes are expressed in loss of the sense of taste and smell, decrease in the peristaltic movements of the intestine and deficiencies in chewing due to the poor state of the teeth. The psychosocial changes and the monotony of the diet, together with the pathological conditions, associated with various pharmacological treatments, determine the need to adapt the diet of the elderly to this new situation.
For this reason, nutrition specialists recommend making diets that, with a lower caloric intake, provide an adequate density of nutrients. Fluid consumption behaves above the needs of other age groups, so it is recommended that older adults pay attention to the hydration of their body.
Loneliness and isolation are of great importance, which can have a very unfavorable impact on the diet of the elderly, since lack of affectivity, as well as the lack of life projects and social relationships, can lead to unbalanced consumption, expressed in various manifestations (anorexia, obesity, emotional depression, erroneous dietary beliefs, alcoholism, etc.). For this reason, the need to ensure that the eating practices of the elderly are carried out in a pleasant context where there is socialization is emphasized. It has been determined that isolation influences the eating style of this group in a very unfavorable way, without neglecting the gender approach, in which women give more importance to aspects of service and sociability, and in the case of men they project themselves a little more for the satisfaction of their appetite.
Lifelong food education represents a laudable alternative to improve the eating attitudes of this age group. In this sense, experts point out that the elderly have a special sensitivity to changes in their eating patterns, if this puts their health at risk. They are also practically responsible for the formation of eating habits in the family.
In reality, old age alone does not justify a strict diet (except when chronic degenerative diseases occur), taking into account that the precepts of a balanced diet must be followed throughout life. Even so, you should follow guidelines and try to correct erroneous eating practices, which at this stage of life acquire a more compromising meaning.
Some advices:
• Limit the consumption of quickly absorbing sugars.
• Increase fluid intake.
• Consume vegetables and fruits, in quantities of five daily servings, whenever possible.
• Increase the consumption of fish and birds.
• Reduce common salt.
• Prepare food in a pleasant and simple way.
• Use aromatic plants to flavor foods (garlic, onion, parsley, celery, basil, etc.).
• Adapt food preparation to the physical limitations of the elderly, associated with diseases or physical degenerative processes.
• Take into account the tastes and food preferences of the elderly, without violating the principles of a healthy diet.
• Do not abuse the consumption of coffee, exciting and sugary drinks.
• Prioritize the consumption of products with a higher calcium content (yogurt, cheese, sesame, green leafy vegetables).
• Stimulate their ability to take on new tastes and novel and healthy foods.

Finally, the knowledge on food attained by older adults, which is transferred from generation to generation and which forms the basis of the food culture of social groups, deserves special recognition. The dietary practices that have developed throughout life, in times where junk food did not proliferate and populations practiced more natural consumption, are undoubtedly part of the culinary heritage with very valuable nuances that we must preserve. It is worth exemplifying the beet, watercress and carrot juices of our grandmothers, which must have contributed so much to the health of subsequent generations. All this also enriches the food perspective of the elderly.








Recipe
Lotus flower
Ingredients for 6 servings:
Wheat flour, 16 tablespoons
Egg, 1 unit
Egg yolk, 3 units
1 tablespoon wine
Powdered sugar, 3 tablespoons
Salt, ½ teaspoon
Vanilla, 1 teaspoon
Oil for frying
Procedure: 1. Join all the ingredients, kneading gently until a uniform mixture is achieved. 2. Roll out the dough and cut into medallions to the desired size. 3. Make three cuts on the edges and put each medallion together in groups of three, gluing them only in the center (use egg white). 4. Fry in hot fat, using a spoon to penetrate the oil between the petals.
Note: This recipe is a collaboration of Valentina Fernández Figueroa, from the University Chair of Older Adults in Havana.


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